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"Engañado por el enemigo" – parte 3 (final)

-¡¡¡Ahhhhh!!! ¡Martín culiao! ¡Te odio fleto de mierda!
Necesitaba desahogarme, gritar todo lo que sentía.
Abrí el refrigerador y saqué una chela, necesitaba curarme, no saber del mundo hasta el otro día, un día que iba a ser totalmente distinto a los demás, Martín no me llamaría ni iría a verme en la mañana. Es tan extraño… siempre quise tenerlo lejos de mí, pero ahora que prácticamente lo he conseguido, me doy cuenta de que lo necesito, no necesito más que nunca a mi lado.
Abrí la chela y tomé un poco, ah… que refrescante y delicioso sabor, solo debía beber y mis preocupaciones se irían, sin embargo, incluso el delicioso sabor de la cerveza me recordaba a Martín, me recordaba a esas innumerables veces que se aprovechaba de mi estado de ebriedad para hacerme suyo. Ese imbécil… siempre que yo terminaba curao' después de una fiesta teníamos sexo. Si, no puedo negar que me gustaba, ¡Pero era solo porque estaba ebrio! Jamás haría tal cosa con él estando sobrio.
Estaba por tomar el segundo sorbo de mi chela cuando sonó el timbre.
Abrí, era Martín. No sé por qué, pero en el fondo estaba verdaderamente feliz de verlo, estaba tan emocionado que mi corazón se agitaba, pero no podía permitir que él supiera lo que pasaba por mi mente.
-¡Qué mierda hací' acá weón! ¡¿Por qué no te vay con Patagonia y me dejai' tranquilo?!
Martín entró cerrando la puerta.
-Porque no quiero estar con ella, quiero estar con vos.
-¿Qué no querí' estar con ella? ¡Por favor Martín deja de mentir!, hiciste todo una fiesta para ella ¿y ahora dices que no quieres estar a su lado?
-Perdonáme Manu, reconozco que no te invité porque quería conquistarla, pero era solo por conveniencia che, yo no iba a hacer nada más allá con ella…
-Weón yo… ni siquiera sé por qué me preocupo tanto, si igual entre nosotros no hay nada, asique has la wea que querai'.
-Vos decís que me das esa libertad, pero yo sé que en verdad no querés hacerlo.
Corrí la vista un momento, tan solo con mirar sus ojos mi corazón comenzaba a acelerarse.
-Yo no voy a cometer ese error, yo… no voy a compartirte con otra persona, vos –dijo acercándose a mis labios- sos solo mío.
Martín me besó, jamás había disfrutado tanto uno de sus besos.
-Vos sos solo mío ¿entendés?
Solo despegó sus labios de los míos para pronunciar esas palabras. De a poco me dirigió hacia la pieza, sabía que lo que vendría no sería nada bueno. Ambos caímos sobre mi amplia cama que aún estaba des tendida, sabía que por más que lo intentara, Martín no se detendría con nada, pero de todas formas lo intenté, me separé de él y le di alguna excusa estúpida.
-¡Espera! ¿No-no crees que aún es muy temprano?
-¡Qué importa la hora! Lo hemos hecho incluso a las siete de la mañana.
Martín siguió besándome, esta vez en el cuello, sus besos eran increíbles pero ¡NO!, no podía caer ante él, jamás daría mi brazo a torcer, nunca había tenido sexo con él estando sobrio, y fue precisamente lo que le dije.
-¡Basta! –Dije sentándome en la cama- yo jamás he tenido sexo contigo estando sobrio y jamás lo tendré.
-¡¿Por qué?! Yo te amo y vos también me amás.
-Yo… jamás he dicho que te amo… -dije con tono inseguro. Sabía que era una gran mentira, pero si me dejaba vencer por sus besos y caricias jamás me tomaría en serio. O al menos eso creía.
Martín no articulaba palabras. Jamás lo había visto poner una expresión semejante, su mirada decía tantas cosas a la vez… Estaba triste, pero al mismo momento demostraba desesperación y soledad, me miraba fijamente con sus ojos brillantes y me daba la impresión de que quería decirme algo.
Jamás había deseado tanto a Martín, su rostro parecía incluso más hermoso que de costumbre, estaba de rodillas sobre la cama con su camisa completamente abierta, no sé en qué momento pudo desabrocharla, pero ahí estaba, en frente mío con su perfecto tórax descubierto, mirándome con aquellos hermosos ojos verdes… realmente lo deseaba…
-Vos… ¿Realmente no me amás?
-…
-Es… ¡Es por culpa de ese boludo verdad!
-¡Deja de tratar a  Arthur de esa manera!
-Vos… vos estás enamorado de ese boludo…
-¡De qué estay hablando weón! ¡Como me va a gustar Arthur!
-¡Entonces a quién amás! Manu, yo voy en serio… Yo realmente estoy enamorado de vos.
-¡Cómo puedes decir algo así si hace solo unas horas te vi coqueteando con Patagonia!
-Yo debo mantener a Patagonia conmigo, vos fuiste su gran amor y no puedo permitir que ella vuelva con vos, sabés perfectamente que me conviene tenerla a mi lado.
-Martín, ¿Realmente… vas en serio?
Martín tomó suavemente mi rostro y lo acercó al mío.
-Voy mucho más en serio de lo que podés imaginar.
¡Maldición! Me dejaba llevar otra vez por sus besos, pero… no estaba mal ¿verdad?, dijo que iba en serio… ¡Ahhh! Este maldito argentino ¡Por qué cresta me…! Me… gustaba tanto…
Esa tarde me dejé llevar completamente por Martín, estando… ¿sobrio? ¡Qué rayos importaba ya! Estaba feliz y no permitiría que nada arruinara ese momento.
A  la mañana siguiente me desperté antes que Martín. Estaba profundamente dormido y me tenía acorralado entre sus brazos, me agradaba sentir su calor, saber que estaba cerca de mí, que este día  no era como lo había imaginado el día anterior, quizás me hubiese conformado con que todo siguiera como antes, pero era mucho mejor. Tenía a Martín a mi lado, y nadie podría quitármelo, porque esta vez iba en serio…
-Manu… -dijo mientras se despertaba.
-Qué querí'… -¿Por qué era tan poco romántico weón?
Martín sonrió, su sonrisa era tan dulce… Y me besó tiernamente.
-Te amo boludo. –Bien, creo que esa última palabra era su manera de demostrarme su amor.
-Yo… también… -me ruboricé levemente.
Lo amaba, más que a nadie, y sé que él también a mí y solo eso me bastaba para ser completamente feliz…